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Juan Manuel Roca. Uno de mis poetas preferidos


Conocí a Juan Manuel Roca en Medellin cuando estudiaba sociología en la Universidad Bolivariana. No recuerdo la fecha, pero debió ser entre 1972 y 1976. Cuando ingresé tenía 17 años recién cumplidos y todo el idealismo de una niña de pueblo que desde los 15 años participaba en las Comunidades Eclesiales de Base. Me había formado estudiando los documentos de la Conferencia Episcopal de Medellín, en la cual los obispos de la región definieron “la opción por los pobres” contra posiciones más reaccionarias de la Iglesia. encabezadas por el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo.


Juan Manuel era mi ídolo en esa época, me llevaba como 10 años y era amigo de personas muy cercanas a mi, que se movían en el campo del arte como Arturo Sánchez, John Sosa, Oscar Ramírez, entre otros. Era una persona sencilla que compartía sus poemas sentados en una cafetería o en las aceras de la calle.


En particular recuerdo con gran cariño, una vez que nos vimos en septiembre de 1992, estábamos organizando un Recital poético en solidaridad con la lucha del pueblo palestino, en el décimo aniversario de la masacre de Sabra y Shatila ( son muchas décadas de genocidio sionista en Palestina), digo sionista porque se que no todos los israelitas, ni todos los judíos están de acuerdo con el accionar del estado de Israel .

Le propuse que nos acompañara en la actividad y accedió, en el evento dijo unas palabras que no llevaba escritas y que habíamos acordado yo escribiría a mano en el libro que me regaló , que se llama País secreto. El texto es el siguiente:


La poesía territorio libre del sueño

Juan Manuel Roca. Medellín Septiembre 1992



Es difícil aprender a soñar entre los muertos, lo que quiere decir, 

es difícil cantar en un país como el nuestro hecho para la muerte y la zozobra.


Es difícil convocar a la alegría en medio de las rejas, lo que quiere decir, 

es difícil reírse cuando tantos hombres y mujeres hechos de futuro, se ven confinados a los cuatro puntos cardinales de una celda.


Es difícil cantar, cuando en el fondo se escucha el terrible estrépito de un ejército ruidoso.


Según la expresión del gran poeta cubano José Lezama Lima, sólo lo difícil es estimulante y si hacer arte y convocar mejores sueños resulta difícil, tanto mejor, el arte debe ser en nuestro país la resistencia espiritual.

La poesía siempre adherida como un tatuaje a lo mejor de los hombres es un territorio libre del sueño.

Nadie podrá decretarnos un estado de sitio contra el sueño 

Un toque de queda de la risa

Ningún estatuto contra nuestra alegría

Ninguna ley seca contra nuestra sed de nuevos sueños

Nadie podrá aplicarnos la ley de fuga de los vientos.

Como duele Palestina


Hasta aquí el poema, cuando lo leí con Anne , mi compañera en este proyecto, me preguntó: ¿Por qué te sigue conmoviendo este poema 40 años después ? y por qué  al finalizar dijiste :“Como me duele Palestina”? Menudas preguntas, estos dos días las he estado pensando y hasta aquí me llega la respuesta, que me gustaría compartir con ustedes y en especial con mi parche.


El poema me recuerda que en el 93 este genocidio que hoy nos conmueve cada día, ya llevaba 10 años, me recuerda mis amigos palestinos no  armados, que en esa época llegaban a promover la solidaridad con su causa y que al conocer la situación que vivíamos en Medellin, la entendían al momento, porque no era muy distinta a la de Palestina: asesinatos, desapariciones, detenciones, carro bombas, cada día.


El poema aunque es en solidaridad con Palestina, le permitió a Juan Manual colocar en sus labios, palabras y sentimientos de quienes vivíamos en medio del terror y sí bien hace más de 30 años no vivo en Colombia, la guerra en mi país me sigue afectando. Me duele saber que la barbarie sigue primando en ambos países, con razones y justificaciones diferentes, pero con el mismo efecto, destruir en especial a la población civil de cualquier clase, religión o ideología.


Me remueve una indignación profunda al no tener respuesta de por qué la especie humana sigue impulsando la guerra, a pesar de que sabemos que ella le degrada y lleva a la autodestrucción. 


Como conversé ese día Juan Manuel, lo  importante es: no perder la esperanza, y aunque se que es muy utópico, yo que siempre me he considerado pacifista, sigo apostándole a la ilusión de que toda la especie renuncie a las armas de todo tipo, para algo hablamos, el dialogo y las palabras debieran ser el mecanismo único de resolver los conflictos. 

Y a falta de mejor puerto me pego de las palabras de Galeano






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