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¡Lento … pero seguro!

Actualizado: 27 ago


Timbra mi alarma, son las 5.30 de la mañana, me despierto con un sobresalto. Brinco de la cama a la ducha, preparo el desayuno como somnámbula. ¡Andrés! ¡Sandra! ¿Ya se bañaron? “¡Mami, no encuentro mis zapatos!” ¡Apúrense! … El carro, la calle, las presas … ¿Quién se inventó los desayunos ejecutivos a las 6.45 de la madrugada?


¡Qué dicha! Son solo recuerdos. Hoy, a las 8am, estoy en mi cama suave y caliente. Saludo el día, recuerdo un sueño y lo apunto, escucho la lluvia… ¡Qué rico! No tengo que salir, mis mandados pueden esperar.


Tomo mi tiempo para todo: saboreo mi desayuno, los sonidos del mundo exterior, la luz del día, mi tiempo de meditación o de oración. ¿Qué tengo previsto para hoy? Poquitas cosas que haré con disfrute, atención y amor, sin pensar en el reloj, ya sea cocinar (con productos frescos) o preparar una charla.

Me concentraré en el momento presente y tomaré el tiempo de observar, admirar, reflexionar.


El concepto, lo habían inventado los italianos hace siglos: “far niente”: no hacer nada, asociado con el disfrute en la sencillez. Más cerca de donde vivo, me parece inmerso desde siempre en la cultura caribeña que podría dar claves para el bienestar a quienes tomamos el tiempo de sentir y observar más allá del sol y de las playas. 


Parece que se está tomando consciencia de la nocividad de querer siempre vivir aceleradamente: actualmente se está empezando a promover la vida lenta, o "slow living" para mejorar la calidad de vida. En nuestro mundo, la rapidez, la productividad, la eficiencia son valores primordiales: se corre de un momento al otro, en la superficie de la experiencia, enfocando siempre lo que sigue, en vez de lo que es aquí y ahora.


Además del estrés constante con sus consecuencias sobre la salud, esta actitud mental nos vuelve rígidos: el plan que queremos seguir se vuelve más importante que la realidad, la cual se debe doblegar ante nuestra voluntad. Así perdemos la riqueza y el significado de los detalles, de las coincidencias, de lo inesperado. La vida se vuelve rutina sin sabor ni sentido.


Hoy en día, vivir lentamente, o sea, tomar el tiempo de vivir, es el privilegio de la vejez, un regalo invaluable que nos puede reconciliar con la vida, nuestra vida.

Está decidido: hoy voy a dedicarme a no hacer nada; solo a ser…


Si quiere saber más:


Vida lenta



Far niente







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